Su trabajo es preparar los cadáveres para los funerales, disimulando “los colores de la muerte” y dándoles a los cuerpos un aspecto de paz y serenidad. Pero desde que se declaró un estado de emergencia el 14 de marzo, las casas funerarias de España deben seguir estrictos protocolos para evitar contagios.
Fernández no puede “arreglar” los cadáveres y los familiares de los muertos no pueden verlos por última vez antes de enterrarlos. Fernández observó desde afuera un estacionamiento subterráneo que está siendo usado como morgue en el que había unos 500 cadáveres de personas que murieron o se sospecha que fue por el COVID-19.
F/LD
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