Personas que han perdido seres queridos, ya sea por el coronavirus o por otros males, en esta metrópolis de 2,6 millones de habitantes dicen que el entierro de sus familiares es tan penoso como conseguir que reciban atención en una de las ciudades más infectadas de América Latina.
Muchos temen que Ecuador esté viviendo un adelanto de lo que se viene en el resto de América Latina, una región con muchas menos infecciones confirmadas que en Europa y Estados Unidos, pero con una escasez de médicos, camas en los hospitales y respiradores más grande todavía.
Cientos que fallecieron en sus casas permanecieron días en las salas de estar.AP
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