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Beber agua es dosis de vida

“Agua es vida”, re­za una promoción desde hace mu­chos años. Lo cier­to es que el agua es el recurso natural no renova­ble más importan-te de la hu­manidad: fuente y origen de vida, causa y motivo de gue­rras y riñas desde tiempos in­memorables, ha sido motivo de disputas y de litigios inter­nacionales entre países.

El agua es el recurso no re­novable más vulnerable: el calentamiento global, la de­forestación producto de la quema de bosques para co­nucos, la tala indiscriminada de árboles y bosques para el cultivo inescrupuloso de pro­ductos agrícolas que alteran la ecología, especialmente en las fuentes acuíferas, la explota­ción de bosques forestales pa­ra la elaboración de papel, el desarrollo de proyectos inmo­biliarios en áreas protegidas y parque nacionales, han sido los factores mas involucrados en su merma y escasez. Según la Fundación Jaragua, más de 60 ríos y arroyos han desapa­recido de la superficie de la República Dominicana.

El agua constituye el 60% de la composición del organis­mo humano y de otras espe­cies. Este líquido es imprescin­dible para el sostenimiento y la reproducción de la vida en el planeta. La disponibilidad de agua potable es parte fun­damental del desarrollo y de la salud de cualquier nación. Los países con poca disponibi­lidad de agua potable son los países más pobres y con me­nos desarrollo económico. La contaminación del manto freático por los pozos sépticos, la deposición de excretas en la superficie del suelo y ríos, ca­ñadas que arrastran aguas con altos contenidos de colibacilos, la poca disponibilidad de plan­tas de tratamiento de aguas ne­gras adecuadas en las ciudades, barrios, edificios y viviendas ha complicado mucho el panora­ma de la disponibilidad de agua potable.

El 80% de las enfermedades se relacionan con el consumo de agua sucia y contaminada.

Cerca de 800 millones de perso­nas no tienen acceso a agua po­table y anualmente mueren 1.5 millones de niños por causas cu­rables. En países desarrollados la disponibilidad de agua pota­ble segura es la constancia de su desarrollo. El agua requiere tra­tamiento a través de procesos de cloración, plantas de potabi­lización, hirviendo el agua o a través de filtros especiales.

La República Dominicana cuen­ta con una población aproxima­da de 11 millones de habitantes, 60% reside en zonas urbanas con una cobertura de abasteci­miento de agua del 97%, aun­que sólo el 56% de los hogares pobres disponen de conexiones domiciliarias vs 80% de los ho­gares no pobres, según Wilkipe­dia. Solo el 20% de los hogares pobres tienen acceso a conexio­nes de servicios de alcantarilla­do.

Recordamos que en las escuelas y colegios de nuestra infancia se disponían bebederos de agua potable y que era posible beber directamente agua de los grifos sin enfermarse.

La escasez de agua en el país si­gue aumentando, por fugas de los sistemas de distribución, por el agotamiento de las aguas sub­terráneas, por la degradación de las cuencas de agua, por las limi­tadas presas/embalses de agua y por el desperdicio en zonas ur­banas.

La calidad del agua esta limitada por la condición deficiente de los sistemas de purificación, por los bajos niveles de mantenimiento de las plantas de tratamiento, la conta­minación del manto freático por po­zos sépticos y por la contaminación de los sistemas de tuberías antiguas. Solo el 50% de las aguas residuales reciben tratamiento adecuado se­gún Wilkipedia.

La globalización y el estilo de vi­da contemporáneo ha cambiado nuestros hábitos de consumo de agua, sustituyéndose por bebidas azucaradas, energéticas, cervezas y otras bebidas alcohólicas, au­mentando los niveles de ingesta calórica de forma importante. La ingesta calórica aumentada por la sustitución del agua potable, especialmente en la población de niños y adolescentes, sumado al sedentarismo, ha traído como consecuencia el aumento signi­ficativo de la obesidad y sobre­peso (60% de la población do­minicana), con el desarrollo de diabetes mellitus, hipertensión arterial y de otros trastornos me­tabólicos.

En los adultos, el consumo exage­rado de bebidas alcohólicas aña­dido a las bebidas azucaradas y al sedentarismo agrava el pano­rama de salud de esta población.

Se impone la implementación de programas educativos en las es­cuelas, universidades, hogares, lugares de trabajo, clubes, igle­sias, etc., a través de: charlas, conferencias, conversaciones con grupos familiares, por los medios de comunicación y de informáti­ca, incorporando a profesores/ maestros, médicos, ingenieros sa­nitarios, sanitaristas, promotores de salud, sicólogos y sociólogos del sistema educativo y de salud. Diseños de campañas publicita­rias son necesarias para masificar la educación sobre los hábitos de consumo de agua, incentivar la conservación y el ahorro del agua y propiciar los cambios en los há­bitos de estilo de vida adoptan­do los 5 factores de bajo riesgo: evitar fumar, mantener un peso ideal, llevar una dieta saludable, hacer actividad física regular y moderar el consumo de bebidas alcohólicas.

Mientras el país logre los objeti­vos de agua potable para toda la población es necesario imple­mentar soluciones transitorias en los grupos poblacionales más susceptibles como son los niños y adolescentes en las escuelas, adultos y envejecientes, asegu­rando la disponibilidad de agua potable en las escuelas, hospita­les, centros deportivos, clubes, oficinas públicas, etc..

Es necesario la aprobación de impuestos a impuestos a las be­bidas azucaradas y energéticas para desestimular su consumo, México ha logrado reducir de forma importante la ingesta de refrescos mediante impuestos, y destinar estos recursos a pro­veer de bebederos de agua po­table a las escuelas y recintos públicos.

ROBERTO FERNÁNDEZ DE CASTRO..F/LD

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