Lectura del libro de IsaIas (50,4-9a) :Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oÃdo, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oÃdo; yo no resistà ni me eché atrás: ofrecà la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentÃa los ultrajes; por eso endurecà el rostro como pedernal, sabiendo que no quedarÃa defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mÃ? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mÃ? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
0 Comentarios